sábado, 2 de agosto de 2008

De noche por Valencia


La noche valenciana, sigue siendo de las más marchosas de España, aunque algunos les pese, y sin ánimo de ofender a nadie, en Valencia se sabe disfrutar de la noche y las fiestas.


Ejemplo de ello, es cualquiera de las noches que salgo con amigos, como la del pasado jueves. Comenzamos cenando en El Albero, para los que no lo conozcan, es una taberna andaluza con mucho ambiente en pleno centro de Valencia, en la que a las 11 de la noche, nos hacen callar a todos los asistentes, apagan las luces, y le cantamos la Salve Rociera a la Virgen del Rocio. Bueno, volviendo al tema que me ocupa, sali con un grupo de amigos, unas 25 personas, a cenar en El Albero y fue muy divertido, estaba todo completo, pero Vicente Prada su dueño nos junto cuatro mesas y así pudimos sentarnos. Que ilusión al encontrarme con vicente Betoret, que hacia tiempo que no le veia por la noche, siempre en sus tareas politicas.


De allí nos marchamos a tomar café al restaurante Casa Marcelino, pero no fue café sino sorbetes, y luego al pub Classic ya que era la fiesta de rojo, al frente del mismo el mejor relaciones publicas de Valencia, Jesús Saiz. Lo pasamos en grande, estaban los cuarentunos, que cantaron hasta durante toda la noche. Tambien habia gente muy conocida, de la que sale en los periódicos, pero como algunos son amigos, por discreción no voy a poner sus nombres. La cosa se alargo hasta altas horas de la madrugada, sabiamos que el viernes teniamos que trabajar, pero se estaba tambien que no nos haciamos el ánimo de irnos a casa.


Bueno, seguire contandos cosas de Valencia, de mi vida, de mis rutas de día y de noche, de donde se come bien y donde se come mal por esta tierra, cómo se disfruta de la noche, de los eventos que nuestra Alcaldesa nos esta imponiendo a todos los valencianos, sin hacer un referendum si estamos de acuerdo o no, pero eso es otra historia.

martes, 13 de mayo de 2008

La Era de la Mentira

Esta tarde me preguntaba conversando con una amiga, como podríamos denominar a la era en que vivimos. Parece absurda la pregunta pues entre algunas otras cosas podríamos decir que es la de las comunicaciones.

Pues bien, profundizando con mi amiga sobre este tema recalábamos en este asunto desde la perspectiva de las noticias que asomaban en el telediario diariamente y aquellas más propias de nuestra esfera personal y de las que hablábamos tambien con frecuencia mi conversadora y yo. Lo sorprente de ello, es que ninguna de las dos pensábamos que nos encontrábamos ante esa era, más bien estábamos finalizando la del individualismo y entrábamos en la de la mentira.

Mentir: Decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa. Inducir a error. Fingir, aparentar.

Lejos de pensar que las nuevas tecnologías nos aportarían con este aumento de las comunicaciones mayores conocimientos, con los que nos garantizaríamos que nadie pudiera engañarnos gracias a la tormenta de informaciones al segundo que nos ofrecen estos nuevos aparatos, lo que ha ocurrido es lo contrario.

Yo no me atrevería, por no ser experta en esta u otras materias correlativas, el hacer un juicio transcendental sobre las causas de este fenómeno, pero si que quiero indagar en algunas de las circunstancias que hemos vivido y que por reiterativas se han hecho cotidianas.

Cuando oíamos por parte de nuestros gobernantes como a un atentado en el aeropuerto de barajas se le llamaba accidente, a la crisis económica pequeña recesión, al trasvase del Ebro traspaso de aguas (o algo así) y un etcétera de frases más en este sentido; y además el Presidente del Gobierno reconocía a través de la entrevista en un periódico que mintió a todos los españoles cuando decía que tras el atentado de barajas no negociaba con ETA. Y aún a pesar de todo ello, los españoles le hemos dado la confianza para que vuelva hacerlo.

Cuando en la televisión, en horario de máxima audiencia, cuando se paga a una persona por contar públicamente una mentira y luego de nuevo se le vuelve a pagar para decirnos con toda naturalidad que nos había mentido, y nosotros lo vemos, nos sentamos en nuestro sofá para que el programa tenga audiencia y así pueda seguir pagando a la gente por contar mentiras.

No nos puede sorprender que nuestros hijos no nos escuchen cuando les digamos que uno siempre tiene que decir la verdad y les intentemos enseñar valores como la integridad, porque el ejemplo que estamos dando es justo el contrario. Cuando alguien miente se beneficia, cuando alguien es consecuente con lo que piensa, dice lo que cree y no induce a errores, se le crucifica.

La hipocresía llega hasta el punto que hoy en día no importa lo que digas si no como lo digas, o a quien te arrimes para decirlo (el famoso talante de nuestro Presidente del Gobierno). El ejercer la libertad de expresión si es contraria a la opinión mayoritaria puede hacer que le tachen a uno de radical, ahora si uno miente la cosa cambia, no es tan grave.

Pero que más da, si a nosotros no nos procupa. Mintamos todos, pero con una gran sonrisa, por favor.