martes, 13 de mayo de 2008

La Era de la Mentira

Esta tarde me preguntaba conversando con una amiga, como podríamos denominar a la era en que vivimos. Parece absurda la pregunta pues entre algunas otras cosas podríamos decir que es la de las comunicaciones.

Pues bien, profundizando con mi amiga sobre este tema recalábamos en este asunto desde la perspectiva de las noticias que asomaban en el telediario diariamente y aquellas más propias de nuestra esfera personal y de las que hablábamos tambien con frecuencia mi conversadora y yo. Lo sorprente de ello, es que ninguna de las dos pensábamos que nos encontrábamos ante esa era, más bien estábamos finalizando la del individualismo y entrábamos en la de la mentira.

Mentir: Decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa. Inducir a error. Fingir, aparentar.

Lejos de pensar que las nuevas tecnologías nos aportarían con este aumento de las comunicaciones mayores conocimientos, con los que nos garantizaríamos que nadie pudiera engañarnos gracias a la tormenta de informaciones al segundo que nos ofrecen estos nuevos aparatos, lo que ha ocurrido es lo contrario.

Yo no me atrevería, por no ser experta en esta u otras materias correlativas, el hacer un juicio transcendental sobre las causas de este fenómeno, pero si que quiero indagar en algunas de las circunstancias que hemos vivido y que por reiterativas se han hecho cotidianas.

Cuando oíamos por parte de nuestros gobernantes como a un atentado en el aeropuerto de barajas se le llamaba accidente, a la crisis económica pequeña recesión, al trasvase del Ebro traspaso de aguas (o algo así) y un etcétera de frases más en este sentido; y además el Presidente del Gobierno reconocía a través de la entrevista en un periódico que mintió a todos los españoles cuando decía que tras el atentado de barajas no negociaba con ETA. Y aún a pesar de todo ello, los españoles le hemos dado la confianza para que vuelva hacerlo.

Cuando en la televisión, en horario de máxima audiencia, cuando se paga a una persona por contar públicamente una mentira y luego de nuevo se le vuelve a pagar para decirnos con toda naturalidad que nos había mentido, y nosotros lo vemos, nos sentamos en nuestro sofá para que el programa tenga audiencia y así pueda seguir pagando a la gente por contar mentiras.

No nos puede sorprender que nuestros hijos no nos escuchen cuando les digamos que uno siempre tiene que decir la verdad y les intentemos enseñar valores como la integridad, porque el ejemplo que estamos dando es justo el contrario. Cuando alguien miente se beneficia, cuando alguien es consecuente con lo que piensa, dice lo que cree y no induce a errores, se le crucifica.

La hipocresía llega hasta el punto que hoy en día no importa lo que digas si no como lo digas, o a quien te arrimes para decirlo (el famoso talante de nuestro Presidente del Gobierno). El ejercer la libertad de expresión si es contraria a la opinión mayoritaria puede hacer que le tachen a uno de radical, ahora si uno miente la cosa cambia, no es tan grave.

Pero que más da, si a nosotros no nos procupa. Mintamos todos, pero con una gran sonrisa, por favor.

No hay comentarios: